Bienvenidos a mi espacio... una suerte de rincón donde dejaré colgados los delirios mágicos de mis noches de insomnios y duermevelas. Un espacio de encuentro y exorcismo, desahogo y reivindicación, el rincón catártico para liberar el alma. Una excusa para escribirme y redimensionarme. Una oportunidad para compartir lo que me gusta y disgusta del mundo...Un pasatiempo que no espera pasar del tiempo sino construirlo como una memoria.

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Una frase que me define, "milito en la esperanza, no en la nostalgia" Me gusta el mar y sus atardeceres, un buen libro, una copa de vino. Me gustan mis hijos y disfrutar de mis nietos y sus vidas luminosas... Me gusta vivir.

Entre poemas te veas...

El silencio del mar
brama un juicio infinito
más concentrado que el de un cántaro
más implacable que dos gotas

ya acerque el horizonte o nos entregue
la muerte azul de las medusas
nuestras sospechas no lo dejan

el mar escucha como un sordo
es insensible como un dios
y sobrevive a los sobrevivientes

nunca sabré que espero de él
ni que conjuro deja en mis tobillos
pero cuando estos ojos se hartan de baldosas
y esperan entre el llano y las colinas
o en calles que se cierran en más calles
entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede
salvarme.

(Mario Benedetti)

domingo, 31 de mayo de 2009

Niños rotos


En días pasados, a propósito de la noticia sobre los contínuos abusos cometidos durante años por unos curas contra numerosos niños bajo su tutela, (hoy adultos) un cardenal , algún obispo y un líder político muy vinculado a la Iglesia tuvieron la desfachatez de declarar algo así como que es mucho más repugnante el aborto que la pederastia. Y hasta se atrevieron a hablar de cifras. Para decir que cuarenta millones de niños han sido asesinados mediante el aborto. Lo que probablemente haga insignificante la existencia de unos miles de niños machacados por la perversión de algunos curas.

Ante eso, no queda mucho que decir. Tal vez preguntarse solamente si esos niños rotos en quienes se cebó la lujuria y la aberración de unos desalmados, no habrían deseado miles de veces el no haber nacido.
La verdad es que quisiera hacer abstracción de su condición de curas para opinar cualquier cosa sobre el tema, porque en verdad lo fundamental es que fueron y son pederastas. Pero no se puede. Y no se puede por varias razones: la primera, porque se aprovecharon de esa condición para maltratar a niños bajo su custodia una y otra vez. Detrás de esas sotanas se escondieron para que sus padres y las mismas criaturas confiaran en su investidura y se atormentaran creyendo que eran ellos los malos. Y bajo esas sotanas siguieron escondidos para eludir la justicia y el castigo.
Al fin y al cabo, para sus superiores, para esa jerarquía religiosa por la que cada vez siento más repulsa, la pederastia de los curas es simplemente un acto impuro. Algo repugnante por el que hay que pedir perdón. Y tal vez rezar un rosario y tres avemarías. Sólo eso. En cambio, el aborto es un crimen.
Y las que abortan, son delincuentes. Y deben ir presas. Y ser excomulgadas. Aunque algunas de ellas hayan sido unas niñas abusadas, violadas y embarazadas por un cura pervertido.

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