Bienvenidos a mi espacio... una suerte de rincón donde dejaré colgados los delirios mágicos de mis noches de insomnios y duermevelas. Un espacio de encuentro y exorcismo, desahogo y reivindicación, el rincón catártico para liberar el alma. Una excusa para escribirme y redimensionarme. Una oportunidad para compartir lo que me gusta y disgusta del mundo...Un pasatiempo que no espera pasar del tiempo sino construirlo como una memoria.

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Una frase que me define, "milito en la esperanza, no en la nostalgia" Me gusta el mar y sus atardeceres, un buen libro, una copa de vino. Me gustan mis hijos y disfrutar de mis nietos y sus vidas luminosas... Me gusta vivir.

Entre poemas te veas...

El silencio del mar
brama un juicio infinito
más concentrado que el de un cántaro
más implacable que dos gotas

ya acerque el horizonte o nos entregue
la muerte azul de las medusas
nuestras sospechas no lo dejan

el mar escucha como un sordo
es insensible como un dios
y sobrevive a los sobrevivientes

nunca sabré que espero de él
ni que conjuro deja en mis tobillos
pero cuando estos ojos se hartan de baldosas
y esperan entre el llano y las colinas
o en calles que se cierran en más calles
entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede
salvarme.

(Mario Benedetti)

lunes, 13 de abril de 2009

Muerte en Los Abruzzos

A veces es preferible no enterarse de nada, pero una fuerza interior o la costumbre nos obliga a leer o ver las noticias, estar al tanto de lo que ocurre. Aunque con ello llegue la desazón, la angustia o la tristeza. Desde hace días le he huído de manera consciente a lo que pasó en los Abruzzos, ese pedazo de tierra desgarrada del centro de Italia. Sin embargo nos es forzozo acceder a las anécdotas, a los dolorosos relatos, a la pequeña vivencia. Y nos tropezamos con esa madre desahuciada por la leucemia que fue la única sobreviviente de una familia. O el padre que vió impotente cómo se morían sus dos hijos adolescentes. O cómo un pequeño poblado de cuarenta personas en segundos quedaba asolado y desierto. O por qué en L'Aquila una de las campanas de la iglesia cayó y la otra quedó intacta o....en fin, cualquiera de esas historias que nos obligan a pensar, de verdad, si Dios está por ahí o habrá salido de compras. Me cuesta entender algunas cosas. Y prefiero no pensar en ellas, al menos por ahora. El caso es que una ciudad universitaria, bulliciosa y febril hoy sólo tiene escombros, olor a muerte y a destrucción y el pánico y la desesperación en los ojos de los sobrevivientes. El caso es que esa región estuvo sufriendo temblores durante dos meses y el gobierno fue incapaz de tomar medidas para evitar la muerte de esas 300 personas y ahora ofrece ayudas de 400 euros para paliar un dolor que no se acaba. ¡hasta cuándo!

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