Bienvenidos a mi espacio... una suerte de rincón donde dejaré colgados los delirios mágicos de mis noches de insomnios y duermevelas. Un espacio de encuentro y exorcismo, desahogo y reivindicación, el rincón catártico para liberar el alma. Una excusa para escribirme y redimensionarme. Una oportunidad para compartir lo que me gusta y disgusta del mundo...Un pasatiempo que no espera pasar del tiempo sino construirlo como una memoria.

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Una frase que me define, "milito en la esperanza, no en la nostalgia" Me gusta el mar y sus atardeceres, un buen libro, una copa de vino. Me gustan mis hijos y disfrutar de mis nietos y sus vidas luminosas... Me gusta vivir.

Entre poemas te veas...

El silencio del mar
brama un juicio infinito
más concentrado que el de un cántaro
más implacable que dos gotas

ya acerque el horizonte o nos entregue
la muerte azul de las medusas
nuestras sospechas no lo dejan

el mar escucha como un sordo
es insensible como un dios
y sobrevive a los sobrevivientes

nunca sabré que espero de él
ni que conjuro deja en mis tobillos
pero cuando estos ojos se hartan de baldosas
y esperan entre el llano y las colinas
o en calles que se cierran en más calles
entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede
salvarme.

(Mario Benedetti)

sábado, 30 de mayo de 2009


Este ha sido un día particularmente bonito.
Cálido, muy veraniego a pesar de estar apenas a mitad de la primavera, luminoso y apropiado para disfrutar de la playa. De hecho, hay mucha gente allá abajo, casi toda junto al mar, pero no adentro, como suelen hacer los europeos. ¿por qué será? A los caribeños nos gusta entrar al agua, jugar con las olas, bañarnos, refrescarnos en las aguas azules y espumosas. Los europeos se ubican en la arena, toman el sol, se tuestan, a veces caminan por las orillas, pero entran poco al mar. Tal vez se deba a que el agua es más fría.
Los veo desde mi balcón, ocupándome de algunas de las cosas rutinarias de la casa mientras escucho el piano de Bill Evans. De pronto, siento necesidad de sentarme, de quedarme tranquila y miro al mar, el horizonte, los veleros moviéndose lánguidamente, aprovechando la brisa y pienso en la vida contemplativa... ¿Fue San Agustín quien habló de eso, no? supongo que no es precisamente lo que hago, pero me imagino llegando a ese estado de ánimo, abstraido, sereno, demasiado reposado. Buscando alcanzar el estado alfa, lograr la meditación trascendental. Encontrar los conceptos vida y muerte, el principio y el fin, ¡qué se yo! Y no: creo que no me llena para nada el sólo contemplar. Ni siquiera en mi interior. Prefiero ver hacia afuera y proyectarme en lo que veo. O no. Por lo pronto, sólo quiero disfrutar de la placidez de esta tarde de verano, dejándome llevar
por la suave brisa, como los veleros.

1 comentario:

  1. Como ves ya me tienes aqui, quise venir a conocerte enseguida y disfrutar de tu obra que ire leyendo de a poco, un abrazo grande Maria José

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